En El castor, hace tiempo que Walter Black era un hombre feliz, todo un triunfador, pero al hallarse enfermo de una grave depresión, consigue hallar la salida a su situación en la marioneta de un castor. Black trata al muñeco como una persona real, y siempre que ha de hablar con la gente, incluso con su propia familia, lo hace a través del títere. Al principio, a todos los que le conocen, les resulta muy divertida esta excentricidad, pero se dan cuenta de que esta situación puede llegar a ser perjudicial.